KARLSRUHEMONDE

Navidad en México

En enero de 2025 en Karlsruhe, Alemania, al dejar atrás las celebraciones en diciembre volvieron a mí los recuerdos de mis Navidades pasadas en México.

Visualicé a mis seres queridos yendo de posada en posada disfrazados de José y María en el burro. El 24 de diciembre comienzan las posadas en México que son una representación teatral del momento crucial en el que María y José buscaban alojamiento en la ciudad de Belén justo antes de dar a luz al niño Jesús. Mi familia se reunía y dramatizábamos una “pastorela” asignando a cada miembro un personaje de esta escena: diablito, un angelito, pastores … Mi prima y yo nos caracterizábamos de diablito ya que éramos las más jóvenes de la familia, y también las más traviesas. Precisamente el personaje del diablito hace muchas trampas para evitar que los pastores lleguen a su destino.

Mis tíos y primos cantaban ante la casa de mi abuelita:

En el nombre del cielo

os pido posada

pues no puede andar

mi esposa amada.

No seas inhumano,

tennos caridad

que el dios de los cielos

te lo premiará.

Venimos rendidos

desde Nazaret.

Yo soy carpintero

de nombre José,

posada te pido,

amado casero,

por solo una noche.

La reina del cielo,

mi esposa es María,

es reina del cielo

y madre va a ser

del Divino Verbo.

Dios te pague, señor,

vuestra caridad

y que os colme el cielo

de felicidad.

Mi abuelita entonces nos dejaba pasar, a pastores, a diablitos, María y José. Entonces, el canto de agradecimiento sonaba de esta forma:

Entren Santos Peregrinos, Peregrinos,

Reciban este rincón.

Que, aunque es pobre la morada, la morada

Os la doy de corazón

Cantemos con alegría, alegría

Todos al considerar

Que Jesús, José y María

Nos vinieron hoy a honrar.

Al entrar a la casa familiar, empezaba la fiesta rompiendo una piñata tradicional de 7 picos que estaba llena de dulces tradicionales y frutas. Los 7 picos de la piñata no es un número al azar, pues representa los 7 pecados capitales. El palo que la golpea simboliza la virtud que debe vencer al mal y los dulces que caen al romperla son la recompensa por no haber sucumbido a la tentación.

Dentro de mi casa, y de todas las casas mexicanas, colocábamos un nacimiento el 24 de diciembre. Mi abuelita me contaba la historia de cómo llegaron a Belén sus protagonistas mientras sacábamos las figuras del año anterior: José, María, los reyes magos, un ángel, pastores y diferentes animales, en un paisaje recreado con musgo donde el río plateado no podía faltar.

La cena de nochebuena, el día 24, incluía pavo –por la influencia de nuestro país vecinos EE. UU. – puré de papa, ensalada de manzana, espagueti y ensalada verde. Tomábamos ponche y buñuelos como postre. ¡Qué ricos sabores!

Recuerdo que al terminar la cena navideña mi gran familia de tíos, tías, primos, primas y abuelos jugábamos un juego que es muy popular en México cuyo nombre es “robado”.

Este consiste en juntar todos los regalos en el centro de la mesa que cada persona trajo. Para asignar los regalos al gran número de participantes, usábamos dos dados. Si al arrojarlos se obtiene el mismo número, la persona puede agarrar un regalo o también tiene opción a tomar un regalo del centro o ¨robárselo¨ a otro participante, así hasta que el tiempo asignado para el juego de 25 minutos se acabe. Si hubo un participante que no obtuvo uno, otro participante le puede dar uno de los suyos si tiene más de uno.

Pastorela, nacimiento, piñata y cena unían a la familia en un abrazo de sabores y tradiciones. Estos pensamientos siempre me acompañan, reviviendo el amor de mis Navidades pasadas en México. 

Galia Sofía Moya Orozco / S3L1 / European School Karlsruhe

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